27-05-2020
Solo
quien NO fue arrancado(a) por la muerte, puede entender lo valioso y hermoso de
la vida.
Hace
50 años me sucedió. Era la tarde del 31 de Mayo después de las 3pm. Estaba en
el cine esperando el inicio de la película cuando la tierra empezó a moverse con
furia destruyendo todo. Fueron momentos de terror y cuando mi cuerpo, en medio
de la oscuridad, empezó a sentir los golpes fuertes, que me vencieron, estaba
segura que iba a morir. “Dios mío, perdona mis pecados” dije e imploré “Virgen María
Sálvame”…. Y así lo hizo la bondadosa Señora. Dentro de los escombros pude
liberarme de los adobes, tierra, un cuerpo inerte,… Salí y pude ayudar a mi hermana que me acompañaba.
Cuando
después, mi madre, hermana y yo nos fundimos, llorando, en un abrazo de
reencuentro, dimos gracias a Dios y la Virgen María por habernos conservado la
vida en medio de tanta destrucción. Pensamos en mi padre que estaba en Lima, internado
en un hospital, y en mi hermana mayor y su
familia, pedimos a Dios que ellos se encuentren bien.
Los movimientos seguían infundiéndonos terror,
llego la noche, terrible oscura, destructora. Se escuchaban gemidos de dolor, desesperación,
terror, si mucho terror.
Al
día siguiente nuestras miradas y mentes eran vacías, estábamos perdidos, el
mundo que habíamos conocido horas antes había desaparecido completamente, pero,
comenzábamos a iniciar una nueva vida. Los días siguientes, cada encuentro con,
un familiar, amigo o persona conocida, o al menos saber algo de ellos era como
un despertar y poner un elemento amable, bueno en nuestras mentes. era un
despertar a la esperanza y a la vida nueva que se nos ofrecía. Era también un
evocar a algo que una vez existió.
Recuerdo
las noches siguientes, entre el grupo de personas que nos juntamos en el solar
de mi casa había una señora, nuestra vecina, que con una serenidad admirable
dirigía el rezo del Santo Rosario:” Dios te salve María….” “Santa María Madre
de Dios , ruega por nosotros..” “Santo Dios Santo Fuerte Santo inmortal Líbranos
Señor …” y todos, grandes y chicos, hombre y mujeres repetíamos las oraciones
casi a gritos. Así pasamos noches interminables.
Una
mañana, la señora Deifilia, así se llamaba la vecina, le dijo a mi mamá,
“Señora, ¿allí en su casa (señalando el segundo piso que estaba derruido) tiene
alguna imagen? Mi mamá le pregunto: ¿Por qué pregunta eso? Ella contesto, “Anoche cuando todos dormían
vi salir un ser luminoso con un manto
celeste radiante que descendió por las
escaleras” Mi mamá pensó que era el espíritu de un amigo de la
familia que había fallecido, y me lo dijo, pero en ese momento recordé que, en
una pequeña urna en ese lugar, teníamos la imagen de Nuestra Señora de Lourdes
y sin pensarlo dos veces me adelante a
ir a buscarla, no tuve temor el lugar que estaba en peligro de caer, fue un
impulso muy fuerte y muchos gritaban que no debía entrar allí. Pero ingresé, la
busqué y la encontré en medio de los escombros estaba prácticamente intacta
solo las manos juntas estaban colocadas a su lado y la imagen de Santa
Bernardita también allí junto a Ella. Todo alrededor estaba destruido Actualmente la imagen la conservo en casa y a
la fecha no ha sido retocada solo pegamos las manos. Ella es la abogada y protectora
de nuestra familia.
Hemos
vivido experiencias muy difíciles y dolorosas después del terremoto de 1970.
Quienes perdieron a sus seres queridos tenían que vivir sin ellos, tratando de
llenar vacíos en su interior, quienes sufrimos daños en el cuerpo tuvimos que
aprender a vivir con eso. (A raíz de los golpes que recibí, luego de un tiempo sufrí
una hemorragia interna que me mantuvo en un tratamiento muy estricto por más de
un año y tengo una soldadura natural en una costilla, que de vez en cuando me
duele). Quienes perdimos lo material tuvimos que pensar como reconstruir, fue
un proceso muy duro pero que nos enseñó a valorar el esfuerzo que cuesta
conseguir lo necesario por medios honestos. El gobierno trato de “ayudar” pero
aprovecho la coyuntura para ejecutar sus experimentos sociales que en muchos
casos fueron injustos y abusivos.
A
través de estos 50 años desde aquel día fatídico, muchas cosas, han surgido
diferentes a la vida que llevábamos antes. personas, lugares, costumbres,
tradiciones… todo no existe, solo en nuestros recuerdos. Sin embargo, la nueva ciudad
continúa desarrollándose grotescamente y la vida continua.
De la mano de nuestra Señora aprendo diariamente que: a pesar de todo, la vida es hermosa si la
llevamos con sencillez, anhelando lo bueno y noble. Y si, al margen de las características
propias que como humanos todos tenemos, luchamos por forjar familias unidas
para una mejor humanidad.
Gracias tía Tere por compartir este relato que los abuelos también contaban
ResponderEliminar