Nacimiento de Jesús
Pierre Mignard dice: Lucas, al narrar las circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, describe con sencillez el riesgo que sigue impregnando la vida de María. Ante un edicto de César Augusto que ordena un censo, José y María deben emprender la travesía desde Nazaret en Galilea hacia Belén en Judea, cuando ella está por dar a luz. Como no hay sitio para hospedarse, debe dar a luz en un pesebre. El relato del evangelio de Lucas parece resaltar de forma creciente la fe de María, quien se fía de Dios a pesar de no comprender plenamente lo que sucede: ella guarda "estas cosas" y las medita en su corazón.
Con motivo de la presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a la ley que ordena que todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor, se produce un nuevo signo de inseguridad para María. Un hombre justo y piadoso llamado Simeón, a quien le es revelado que no verá la muerte antes de ver al Cristo, reconoce en el hijo de María la salvación, luz para iluminar a los gentiles y gloria del pueblo de Dios, Israel.[31] Pero a continuación, una profecía realizada por Simeón atraviesa la figura de María: Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! –– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
Tiempo más tarde, unos magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de los judíos que ha nacido Cuando entran en la casa, ven al niño con María su madre y, postrándose, le adoran. Pero esta visita de los magos atrae la atención de Herodes el grande que ordena matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca.
El riesgo se cierne nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y se retira a Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes. Un autor contemporáneo remarca la ausencia casi constante de toda seguridad humana en el destino de María: «Quédate allí hasta nuevo aviso: tal era la fecha que Dios había señalado. ¿Cuando será la vuelta? ¿Pronto, dentro de un mes, de un año? ¿Se instalarán, vivirán allí provisoriamente?...»
Cuando mueren los que buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y a su madre, y entra en tierra de Israel. Pero se entera de un nuevo riesgo: Arquelao reina en Judea en lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo de ir allí. Y, avisado en sueños, se retira a la región de Galilea, a una ciudad llamada Nazaret.
Luego de sufrir la pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado durante tres días, al encontrarlo María le pregunta: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando!» La expresión deja traslucir el dolor y la preocupación de una madre diligente, que incluso habla en nombre de José, lo que remarca la gran personalidad de María. Jesús le responde a María con otra pregunta, que ella no comprende.
Las bodas de Caná tienen lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha llegado "su Hora".Sin embargo, y a pedido de María, Jesús realiza su primer signo, para que sus discípulos crean en él. María reaparece al llegar "la Hora" que no es otra que la de la glorificación de Jesús, su muerte y resurrección. En la cruz, es Jesús el que llama a su Madre. Como en Caná, María es llamada por Jesús “Mujer”, y le encomienda que sea “Madre” del discípulo amado que está con ella junto a la cruz.
María adquiere un valor simbólico porque en ese momento pasa, en la figura del discípulo amado, a ser la madre de los discípulos de Cristo. Se la llama "Mujer", y esta palabra hace alusión a la primera mujer del comienzo del Génesis, "Eva, madre de todos los vivientes". "si la muerte vino por Eva, la vida vino por María".